EducArte
Había una vez… y muchas otras veces también, que un ser de luz quiso volverlo a intentar ¿Intentar que se preguntarán? Se trataba de un acto que muchos consideraban banal, el milagro de la vida el lo prefería llamar, muchos de sus pares le cuestionaban sin parar ¿Estas seguro de volverlo a intentar? Con alegría respondió que ¡Si! Inundando el lugar por su sinceridad, fue así como un día decidió reencarnar y nada más y nada menos que a la tierra fue a aterrizar. Lo primero que sintió fueron luces y ajetreo a su alrededor, llorando con fuerza manifestó su temor, calmandose lentamente un calor sintió, eran los brazos de su madre que con amor lo abrazo.
Fue pasando el tiempo y creció y creció, adquiriendo distintas costumbres con otros encajó, su gozo y capacidad de impresión de a poco perdió, debido a que la forma de enseñar convencional no escuchaba al corazón, sin embargo el nunca olvidó que en el centro de su alma estaba lleno de amor. Cumplió y cumplió, hasta incluso se graduó, pero el vacío que llevaba por dentro nunca lo lleno, hasta que un día explotó y bien lejos al monte se transportó, cuando las fuerzas y la esperanza parecían agotarse, su fe lo hizo seguir adelante, encontrando una comunidad de seres conscientes que integraban lo diferente, de a poco se fue haciendo parte disfrutando del camino que se le ponía adelante.
Decidido a escuchar su voz interior eligiendo el camino de la formación, fue así como se encaminó en un hermoso viaje hacia el interior. A nuevas y hermosas personas reconoció, identificando que a todos los unía el amor, junto a ellos el viaje comenzó, visitando la aldea de la forma y color. Los habitantes de esta, todos diferentes les abrieron su corazón, mostrándoles sus obras de arte generándoles inspiración, los formadores se dieron cuenta de que para cualquier creación es necesario hacerlo con amor, despegarse del resultado y disfrutar el proceso, es así como se entrega conocimiento, generando admiración en todos los sucesos.
Con el corazón lleno de infinita alegría volaron al cielo a ver lo que las aves decían, estás le mostraron la magia del movimiento como guía, agrupadas en comunidad, juntas comenzaron a danzar, rebotaban alegría al sus movimientos coordinar, manifestando la belleza y espontaneidad de la unidad, les contaron que todo se encuentra unificado, solo que a veces lo olvidamos, pero al movernos recordamos, al igual que en la naturaleza que todo está sincronizado.
Lentamente bajaron a una cueva, donde todo estaba oscuro, temerosos de lo que suceda debido a la ignorancia de cada uno, de repente una luz iluminó todo el lugar, era la luz del conocimiento que en el grupo se empezaba a gestar, un duende que habitaba el lugar los guío sutilizando su plano mental ¿Cómo ustedes se preguntarán? Fue con algo tan simple literatura universal, les explico la magia de la escritura y como está trasciende el tiempo nutriendo la cultura, su mensaje de conciencia se grabó en su mente para nunca olvidarlo literalmente…
Al salir de la cueva sin querer queriendo, llegaron a un cine a ver que estaban viendo, y por redundante que suene fue grande su sorpresa, al ver lo mucho que una película que expresa.
Comenzó la maratón, se vieron una, dos, tres y cuatro, un día entero se les pasó en solo un rato, aprendieron a manifestar su esencia sin juicio, por medio de la entrega desidentificada comenzaron por sanarse a sí mismos, encausaron la voluntad de su espíritu, viviendo el propósito del alma a todo ritmo, con la resiliencia para superar los obstáculos, su alma nunca se rindió dejando de dar arrebatos.
Ya por el final del recorrido sintieron una bella armonía, buscaron su esencia encontrandose con la vida, esta misma era una obra de arte, con mucho cariño les invito a sentarse, por medio de su obra maestra les enseño a entregarse, siempre con amor en todo lo que se hace, demostrando lo mejor de ti en cada fase, te disuelves en la integración de la que somos parte, todos le aplaudieron y ella dijo con semblante, la separación es una ilusión a la hora de manifestarse.
Finalmente volvieron al monte, sus cuerpos cansados aún servían de transporte, al verse todos reunidos se preguntaron, ¿Que fue lo aprendido? Y así surgió de manera espontánea, las claves de la formación consciente que sus almas añoraba, comenzaron por aprender a contener, y también entregarse a ser contenidos, descubrieron que el formador debe ser como una amigo. A la vez aprendieron sobre el templo educativo, es decir, ambientar el espacio para integrar los contenidos.
Luego vino la tarea de iluminarse desidentificandose del ego conectando con la base, por otro lado debían integrar la sabiduría, transformando en conocimiento por medio de la experiencia mira que alegría. Averiguaron sobre el arquetipo del formador, estableciendo conexión con la conciencia, la humanidad y todo el planeta a su alrededor, percatándose de la estructura energética, en donde el guía va al centro manteniendo la atención puesta, atención que siempre es reflejo de la actitud de este, transformándose así en espejo en el que los seres que buscan aprender se ven reflejados parejo, por ello es que ser el mejor ejemplo es el mejor legado, para ser un formador consciente y cosechar lo sembrado, hay que enseñar a darse cuenta de que todo está iluminado, la coherencia en el acto y la conciencia en el actuar son la semilla sembrada en este grupo sin igual, que no me cabe duda transformarán, a los seres humanos en una nueva humanidad.